Ferdinad Wlado Demara. El gran impostor |
Todo el mundo quiere
ser alguien. Pero Ferdinand Waldo Demara aspiraba a más. Quería ser casi todo
el mundo. Uno de los mayores impostores de todos los tiempos, logró hacerse
pasar, con éxito, por teólogo, psicólogo, doctor en filosofía, ayudante del
alcaide de una cárcel y cirujano.
Demara nació en
Lawrence, Massachussets en 1.921 siendo aún niño huyó de casa y fue a parar a
un monasterio en Rhode Island, y a partir de allí vivió de convento en convento
sin encontrar nunca asiento.
En 1.941 se enroló
en la Marina, allí desarrollaría los métodos que le habrían de servir en un
futuro, poco tiempo después desertó e ingresó al monasterio trapense de
Kentucky con el nombre de Robert Linton
French, doctor en filosofía, diciendo que estaba harto de la guerra y deseoso
tan solo de encontrar la paz en una orden religiosa.
Se sometió a todas
las disciplinas excepto a la de la frugalidad. Empezó robando alimentos y
cuando, por una feliz casualidad, se le envió a trabajar en unas viñas, él y
otro monje se atiborraron de mosto y renunciaron a sus votos de silencio. Para
desgracia suya sus pecados fueron descubiertos. El otro monje se confesó y pudo
permanecer en el monasterio, pero Demara fue expulsado.
Demara fue detenido
por el FBI por desertor, lo cual le llevó a pagar 18 meses en una prisión
militar. Durante ese tiempo editó el periódico de la base y observó el
funcionamiento de la prisión, lo cual le serviría en un futuro.
Contrariamente a la
mayoría de los impostores, cuyos fracasos son debidos a fallos de sus planes o
a meter la pata, la caída de Demara fue consecuencia de su propia brillantez.
Tal sucedió en 1952, cuando se hallaba a la mitad de su más espectacular
aventura: lograr que le nombraran teniente cirujano en la Real Armada
Canadiense, durante la guerra de Corea, utilizando las credenciales de un
médico amigo suyo.
Caracterizado como Médico Militar y cirujano |
Su primer caso como
oficial médico a bordo del Cayuga fue extraer un diente al capitán, comandante
James Plomer. Demara, que jamás había realizado una extracción, se pasó toda la
noche leyendo un libro de odontología. Por la mañana puso al capitán una
inyección de novocaína y le extrajo el diente con notable destreza.
A partir de ese
momento demostró un asombroso talento para la medicina y la cirugía. Su primer
caso importante se presentó cuando fueron subidos a bordo tres soldados
surcoreanos heridos. Uno de ellos tenía una bala alojada cerca del corazón.
Observado por gran parte de la tripulación, Demara puso manos a la obra como si
fuera un experto cirujano. Doce horas más tarde, el soldado se hallaba en
condiciones de abandonar el barco. Una semana después, el Cayuga volvió por
aquellas aguas y cuando Demara saltó a tierra comprobó que su paciente mejoraba
con rapidez.
Durante su estancia
en tierra Demara se escandalizó de la falta de atenciones médicas y de
material, por lo que montó una clínica. El solo efectuó operaciones y
amputaciones a diario.
Para desgracia suya,
uno de los oficiales del Cayuga tenia a su cargo las relaciones públicas de la
Armada en el Lejano Oriente. Aquella era una historia que no se podía dejar
pasar. El oficial preparó una un reportaje para la prensa y la radio, en el que
se señalaban las proezas del joven y heroico doctor.
No había
transcurrido una semana cuando el relato apareció publicado en los periódicos
norteamericanos y canadienses y Demara
era llamado al camarote del capitán. Turbado, el capitán Plomer le
anunció que había recibido un mensaje que decía: "Tenemos información de
que Joseph C. Cyr, oficial cirujano 17669, es un impostor. Retírele del
servicio activo inmediatamente, repito inmediatamente. Abra investigación e
informe de los hechos al jefe de personal de la Marina."
El relato había sido
publicado en New Bruswick, donde lo leyó
el autentico doctor Cyr. Reconoció en el brillante cirujano al hombre que había
conocido y admirado bajo el nombre de Cecil B. Hamann. Para empeorar las cosas,
el verdadero doctor Hamann, que vivía en Kentucky, denunció a Demara como
expulsado de la universidad de San Luis por falsario.
Demara fue devuelto
a Canadá para ser juzgado por un tribunal de la Marina. Se le licenció pagándole
todos los haberes devengados y ordenándosele que abandonara el país.
Esto no representó
en absoluto el final de la carrera de Demara. Poco después de salir del Canadá
vendió el relato de su aventura a una revista; luego viajó de ciudad en ciudad,
hasta llegar a Houston, en Texas, donde leyó un anuncio pidiendo personal para
el cuerpo de prisiones. Formuló una solicitud para un puesto de funcionario,
utilizando el nombre de Ben W. Jones y presentando como referencia,
certificados recibidos con sus antiguos seudónimos.
Como de costumbre,
demostró poseer dotes para su nuevo trabajo. Organizó clases de escritura y
practicas deportivas para los reclusos. Su trabajo mereció pronto la atención
del director del Cuerpo de Prisiones de Texas, O. B. Ellis, quien le pidió que
aplicara sus iniciativas en la cárcel de Hunstville, que alojaba a los más
empedernidos criminales del estado.
Demara se entregó
con entusiasmo a su nueva tarea, organizando clases, sesiones de cine, y un
régimen de actividades muy eficaz para los presos. Pero en la cumbre de sus
éxitos le acechaba el desastre. Cierto día, leyendo una revista, un preso
descubrió que Ben W. Jones era Ferdinand Waldo Demara, alias Joseph Cyr, alias
Cecil B. Hamann etc.
Ellis convocó un
consejo de funcionarios de prisiones para interrogar a Demara Le mostraron la
revista y Demara negó rotundamente ser la persona mencionada en el articulo.
Acusó a los oficiales de dar mas crédito a la palabra de un preso que a la suya propia, retando a todo
aquel que no le creyese a batirse en duelo. Pero no pudo mantener su arrogancia
mucho tiempo; hizo las maletas y se marchó.
Como la mayoría de
los jefes que había tenido antes Demara, Ellis confesó que si Demara hubiese
regresado con documentación autentica hubiera vuelto a emplearle: “fue uno de
los mejores empleados que trabajaron en la cárcel”, declaró.
La noticia en el "Daily Mirror" de 9 de junio de 1982 |
Demara murió de un
ataque cardiaco el 8 de Junio de 1.982 a la de 60 años, se desconoce que lo
motivó a llevar una vida camaleónica. Entre las personalidades que asumió se
cuentan: cirujano, abogado, ingeniero civil, moje, profesor, psicólogo,
alguacil, investigador de cáncer. Se cree que son poco mas de veinte, y en
algunas usó su propio nombre, pero en la mayoría uso nombres falsos.
¿Porqué un hombre
bien dotado no estudió para obtener títulos auténticos? Cuando se le formuló en
una ocasión esta pregunta, respondió elegantemente: “la verdad es que siempre
me impulsaba la picardía, una pura y exuberante picardía”. Finalmente se ordenó
pastor.
El gran impostor
acabó teniendo una personalidad autentica. Un auténtico crack.
Su vida fue objeto
de la novela “El gran impostor”, de 1960, escrita por Robert Crichton, adaptada
al cine en 1961, llamada “The Great Impostor”, fue estelarizada por el actor
Tony Curtis.
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