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La leyenda de la Patasola

La Patasola. Ilustración de Dancribu
Esta leyenda colombiana que os cuento hoy trata sobre el ser más endemoniado y sanguinario que atormentó a las mentes de los campesinos colombianos durante mucho tiempo, era la Patasola; este ser que vivía en las montañas vírgenes era vista, por algunos, como una hermosa mujer que avanzaba dando grandes saltos con la única pierna que tenía; para otros era una perra grande y negra de grandes orejas; y algunos más la veían como una gran vaca negra.

Hay varias versiones de este mito ya que cuentan que la Patasola es el espíritu de una mujer infiel que tenía amores con el jefe de su marido; cuando éste descubrió el engaño mató a su jefe con un machete y a ella le cortó una pierna y salió corriendo su única pierna hasta que se desangró y murió. También cuentan que era una mujer que perdió una pierna por estar cortando leña un Viernes Santo, cuando supuestamente nadie debe trabajar ni hacer nada, y quedó condenada a errar por el mundo, y se oyen sus gritos de dolor en la noche, con la particularidad de que cuando se oye lejos está cerca y cuando se oye cerca está lejos.

Pero la leyenda popular dice que la Patasola era una bella mujer, codiciada por todo el mundo, pero de carácter cruel y perverso que se dio al libertinaje. Para acabar con esta situación, la cogieron y le amputaron una pierna como castigo a su conducta, quemando la pierna cortada en una hoguera.

La Patasola tenía muchas representaciones

Como consecuencia de esta terrible mutilación, la mujer murió y desde entonces su espíritu vaga por los montes gritando, a modo de consuelo, y engañando con sus lamentos al que la escucha, que al oírla cree que es una persona que se encuentra perdida en la espesura del monte y contesta a sus voces, con lo que es atraída hacia ella y devorada ferozmente.


Todo lo relacionado con el hombre la enfurece, huye de las serrerías, de las cacerías, labranzas, trochas, siembras, etc., de todo vestigio humano que se acerca a sus dominios. Persigue a los hombres que maldicen en las montañas, a los cazadores que se adentran en los bosques, a los aserradores, a los mineros que abren caminos en busca de madera y a todos aquellos que alteran la soledad de la montaña.

Para protegerse de los ataques de la Patasola hay una oración, que dice lo siguiente:

«Yo, como si, pero como ya se ve, suponiendo que así fue, lo mismo que antes así, si alguna persona a mí echarte el mismo compás, eso fue, de aquello depende, supongo que ya me entiende, no tengo que decir más. Patasola no hagas mal que en el monte está tu bien»

Pero la situación más probable es que de presentarse de pronto la Patasola, la víctima que quede totalmente bloqueada y sea incapaz de articular palabra y sea incapaz de recitar la oración.

Representación diabólica
En este caso la alternativa es gritar lo más fuerte posible: «¡El hacha!..., ¡Las tres tusas!..., ¡La candela!». Esto es para recordarle a la Patasola los tres objetos que sirvieron para amputarle la pierna.

Cuando alguien es capaz de salir airoso de su ataque, ya sea por el efecto de un talismán, porque vaya acompañado de animales domésticos o bien porque sabe la oración, la Patasola se enfurece y provoca terribles vientos en la montaña, hace temblar la tierra y desencadena una atroz tormenta eléctrica que arrasa los alrededores. Acaba con los sembrados y cultivos de los aledaños de la montaña y con los animales que se crían en la zona.

Se dice que muchos se salvaron de ella en último momento al confundirse entre el ganado o entre los bueyes o perros cuando esto ocurría, la Patasola gritaba desilusionada:

«Anda y agradece que te encuentras en medio de esos animales benditos». Tras esto cesaba la tormenta y la víctima se libraba milagrosamente de una muerte segura.





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