El Tango es una danza de parejas abrazadas que, en su origen,
no necesariamente era de hombre y mujer, ya que también se bailaba entre
hombres.
El Tango surgió en burdeles, rancherías y boliches. Los
prostíbulos lo fomentaban con la finalidad de aproximar los cuerpos masculinos
y femeninos. El "tango arrabalero," aquel que bailaban en el arrabal,
hombres y mujeres con los cuerpos
fuertemente abrazados, escandalizó a la sociedad de la época.
Condenado por la iglesia y prohibido por la policía por
incitar al escándalo, fue asociado con la lujuria y la diversión "non
sancta" junto a la bebida y el baile. Su prohibición obligó a bailarlo en
sitios ocultos hasta haber entrado en el siglo XIX, por eso su ambiente es de
nostálgica pasión.
La cercanía de los bailarines y la sensualidad de su
coreografía dice mucho sobre su origen prostibulario. En la oscuridad, guapos y
arrabaleros deslizaban sus sentimientos en lo profundo de un verso, una melodía
o bailaban abrazados a su ardiente compañera. Era concebido como "vulgar" por los
estratos más conservadores, marginado socialmente por buscar la sensualidad y
el placer. La insólita fusión de
lenguas, conocimientos y costumbres genera el fenómeno del tango y
paralelamente un lenguaje, el lunfardo.
En 1910 el Tango fue bailado en París, ampliando rápidamente
su popularidad en todo el Mundo. Los encargados de presentarlo en los salones
del viejo mundo fueron los jóvenes hijos varones de las familias tradicionales
porteñas. Su glamour conquistó a los sectores más altos de la sociedad y fue bailado
en casi todas las capitales europeas. En Francia el género produce una
verdadera locura y desde allí se expande a toda Europa y Norteamérica.
Hoy, la sensualidad del tango es reconocida en todo el mundo,
es una manera de vivir, de sentir y de concebir apasionadamente la existencia y
el mundo.
En el Tango, el hombre crea la forma y la mujer la llena de
belleza. Esto es el Tango.
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