En este estos últimos meses estamos asistiendo al desmoronamiento de los sistemas totalitarios que han regido el mundo árabe durante muchas décadas. El primer caso ha sido el de el régimen de Ben Alí en Túnez y en el que se ha destapado el contraste entre la opulencia con que vivían estos "dictadores" del siglo XXI y la más absoluta miseria con la que vive el pueblo.
Las mujeres de estos mandatarios no están exentas de culpa y en la mayoría de los casos han sido sus excesos lo que ha puesto al pueblo en su contra. El caso de la mujer de Ben Alí, Leila es muy significativo.
Un par de días antes de su precipitada salida del país, Leila ordenó una transferencia de 400 millones de dólares a su cuenta en Dubái y que fuesen sacados del país nada más que una tonelada y media de oro, con lo que pretendía tener un exilio "dorado" en occidente, según cuenta el diario Le Monde.
El Banco Central de Túnez se negó a realizar esas transacciones y fue cuando Leila presionó a su marido hasta que consiguió que éste autorizase el transporte del oro, valorado en unos 45 millones de euros. Pero, el 14 de enero, Ben Alí y su familia tenían que salir precipitadamente de Túnez y dar al traste con las aspiraciones de la codiciosa Leila. Pero lo peor, para ella, fue cuando el avión en el que salían de Túnez fue obligado a desviarse a Yida, en Arabia Saudí, único país que les ofrecía asilo y en el que las mujeres están obligadas a llevar velo y está completamente prohibido el consumo de alcohol, algo que Leila no lleva nada bien ya es apodada «Leila Gin» por su afición, bueno ya se sabe a qué.
Leila Trabelsi nació el 20 de julio de 1957, su padre, Mohamed, era un modesto vendedor de frutos secos y ella era la quinta de 11 hermanos. No despuntaba por su inteligencia pero sí por su belleza y ambición. A los 18 años se casó con Kheil Maaouia, un representante de la empresa Avis. Se dice que anteriormente había tenido un hijo y que lo entregó al cuidado de uno de sus hermanos mayores. El matrimonio con Maaouia duró tres años, ya que parece ser que tenía una aventura con Ben Alí, militar de origen modesto, en aquel entonces jefe de los servicios secretos, y casado con Naima Kefi hija de un general del Ejército. Ben Alí fue enviado a Polonia como embajador y Leila aprovechó para relacionarse con Farid Mokhtar, cuñado del primer ministro. Cuando Ben Alí, años más tarde, fue nombrado ministro de Seguridad, Leila lo tuvo claro y se fue a vivir con él. En 1985 nació su primera hija, Nesrine. En 1987, Ben Alí asumió en poder en Túnez, tras dar un golpe de Estado y derrocar a Burguiba. Se casaron en 1992, cuando nació su segunda hija, Halima y en 2005, el pequeño Mohamed.
A Leila le gustaba el poder, trataba a todo el mundo como lacayos, incluidos los ministros. Sin haber estudiado se hizo una nueva biografía en la que figuraban los estudios de bachillerato, una Licenciatura en Derecho un diploma en "Literatura Contemporánea". Metió a todo su clan en los mejores puestos de la Administración, así los Trabelsi manejaban todo el dinero que se movía en el país: líneas aéreas, hoteles, medios de comunicación, bancos, centros comerciales, etc., lo manejaban todo y lo saquearon todo.
Pero la ambición de Leila iba más allá y su intención era suceder a su marido y convertirse en la primera mujer en gobernar un país árabe, lo que pasa al final es que la ambición desmesurada, como la de Leila, se vuelve en contra y todo ese mundo dorado se desvanece en cuestión de minutos.
El libro "La regente de Cartago" relata los innumerables casos de corrupción de Leila y sus familiares.
Foto: Lelia Alí.
La mejor condena para esta impresentable sería ataviarla con un glamuroso burka y vivir en el desierto bebiendo mucho té y cuidando cabras...
ResponderEliminarArwen
Es lo que se merece y seguramente así le va a pasar en Arabia saudi....jajajaja
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